En la orografía de mi rostro fingido
no existen ríos escenificando la vida y la muerte
ni lloran lágrimas amargas y sinceras mis ojos.
Porque no las hay.
En la palpitante huella de la muerte
donde en todo lo que nombro estás.
No escucho arpegios delirantes
de la luz a cualquier hora.
de la luz a cualquier hora.
Pero hoy construyo tu cuerpo.
Para que existas.
Manuel Menassa de Lucia.